16.4.12

Paseo entre azulejos








Hace exactamente una semana llegué de Roma, y bien sabéis todos los que allí habéis estado, que cualquiera de sus calles es interesante, ninguna tiene desperdicio. Cada ciudad esconde algo muy íntimo que quiere contar, como un secreto a voces pero que cada persona recibe igual no en su primera visita, pero si en la segunda. Como una película que ves por primera vez y a la segunda, entiendes el porqué de pequeños detalles que no habías observado con atención.

La sencillez con la que unos pocos disfrutan mirando por una rendija de una ventana y contemplando una parte de una ciudad, en silencio, sin miradas que sacudan el aire, crear el clima apropiado donde crecen los significados de las palabras de la ciudad. Rincones polisémicos, distintos para cada uno de nosotros, pero todos como pequeños diarios escondidos que de vez en cuando leemos.

Tuvimos la suerte de poder asistir a una charla con el arquitecto que sigue los pasos de Gaudí en el proyecto de la Sagrada Familia, Etsuro Sotoo. Nos habló de ese concepto tan ambiguo que es la belleza y sus múltiples facetas. Pero, ¿dónde está? Dentro de cada uno de nosotros, funciona como una caja de resonancia que a veces vibra y a veces no. Poseemos algo que nos caracteriza, embruja el cuerpo, hace parecer distinto en algunas ocasiones
y tan desapercibido en otras.
¿Por qué nos sentimos más cómodos en unas ciudades qué en otras? Tal vez ellas también posean una caja de resonancia que les hace bellas, llenas de formas y colores que alimentan una historia y conectan quizás con la caja nuestra.

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