6.3.13

No todos pedimos Coca-Cola








El pasado fin de semana estuve en la Feria Flecha, organizada por artistas de una manera  independiente en Arturo Soria Plaza, un centro comercial. Las obras mezcladas con los escaparates consiguen que a veces tu cerebro confunda los maniquis o modelos de las fotografías que cubren todo el cristal con las esculturas que llenan las dos plantas. Esta feria es un ejercicio interesante para concienciarnos de la constumbre que tenemos de ver cuadros en un espacio con paredes blancas y en silencio.Un ejemplo de como poder crear un atmósfera que te invite a dejarte llevar por sus obras en un espacio poco convencional.

Y es en este punto donde deberíamos preguntarnos si lo idóneo es hacer lo que estipuladamente se dice que es correcto o, ¿por qué no probar a decir lo mismo de una manera distinta? Sino probamos a desafiarnos nunca, puedo afirmar que perderemos muchas cosas que podríamos haber descubierto si esa luz que se colaba por la ventana y dejaba ver algo la hubiésemos abierto de par en par. Podemos contar una infinidad de mensajes de mil y una formas, pero siempre que pasemos esa línea habrá dudas, miedo  y nos preguntaremos que habría ocurrido. Ser audaces y no tener prejuicios al abrir esa ventana e invitar a los demás a que se sumen a nuestra causa.

Y es por esto que estoy del lado de los espacios poco convencionales para crear la atmósfera narrativa que tienen los cuadros, etc. Los museos son en sí obras de arte desde un punto de vista arquitectónico y rebasan el mundo clásico, pero sentarte en el banco de un parque o en un bar mientras disfrutas bebiendo una cerveza con algunos de tus amigos siempre generará nuevas propuestas marcadas por el contexto, aunque no debemos de dejar de visitar una vez al menos las piezas de una manera individual, solos, porque ese día nos hablarán de esos íntimos secretos que no nos contarían cuando estamos acompañados.